A medida que pasan los años, mantener una rutina de ejercicios no solo es clave para cuidar el cuerpo, sino también para preservar la salud mental. El entrenamiento físico aporta bienestar emocional gracias a la liberación de endorfinas, reduce la ansiedad y mejora el descanso, algo especialmente relevante en la vejez.
Pero no alcanza con caminar o hacer actividades puramente cardiovasculares: el ejercicio de fuerza es fundamental para preservar la funcionalidad corporal. En particular, a partir de los 60 años el cuerpo tiende a perder masa muscular, lo que puede afectar la autonomía, la estabilidad y la calidad de vida.
Por eso, incorporar ejercicios de resistencia que fortalezcan los músculos es una inversión real en salud, potencia el equilibrio, reduce el riesgo de caídas

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