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Este martes 25 de noviembre se cumplen cinco años de la muerte de Diego Armando Maradona . Cinco años sin su risa desbordada, sin sus gambetas imposibles, sin ese fuego sagrado que encendía multitudes. Y, sin embargo, Diego no se fue. Sigue en las canchas de potrero, en las paredes descascaradas de los barrios, en los tatuajes, en los cantos, en la memoria que se niega a soltarlo.

Para muchos argentinos, su ausencia sigue siendo un hecho inaceptable. Como perder a un hermano, a un padre simbólico, a ese que nos hizo sentir invencibles, aunque fuera por un rato. La tristeza no se apaga: se transforma en recuerdo, en bandera, en gratitud.

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