Estefanía Borghetti dejó atrás la Argentina y vivió en Europa —como tantos otros que migraron en las últimas dos décadas—, pero un golpe de timón la llevó a abandonar el Viejo Continente y construir un futuro imprevisto en África, tras una decisión que tomó en solitario. La aventura sería solo de ella. Iría a vivir a Nigeria; no tenía que consultar ni convencer a nadie, ni marido, ni novio. Solo necesitaba contar con la bendición de sus padres.

Pasaron nueve años desde entonces. Hace unos días aterrizó en un largo vuelo procedente de Lagos, la ciudad portuaria de 17 millones de habitantes donde vive, para visitar a sus padres en la pequeña localidad de Frank, Santa Fe, una comuna de ocho mil personas . La recibieron con un ramo de flores.

La santafesina, de 38 años, recuerda haber

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