Nunca he afrontado con mayor respeto un obituario, sobre todo enfrentándome al inasumible reto de hacer una elegía a la altura de mi padre. La objetividad que justifica su relevancia es evidente a partir de su amplísima formación, que le convirtió en el médico con más especialidades de España y seguramente del mundo: Pediatría, Aparato Digestivo, Medicina Interna, Endocrinología y Nutrición, Cardiología y Neumología. Aprendió con Gregorio Marañón y Jiménez Díaz, y ejerció con inusitada vocación en Madrid, donde nació y fundó varias clínicas, y en Castellón; también algún tiempo como médico rural en Cuenca, porque, nos decía, esa medicina en la España del interior de los años 50 o 60, con paupérrimos recursos, era mucho más auténtica y un servicio más necesario.

Pero la excepcionalidad int

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