Es llamativo que la nueva película de Luca Guadagnino, Cacería de brujas, empiece como una de Woody Allen, con esos créditos típicos del director neoyorquino que nos sumergen en un mundo de intelectuales esnobs y profesores universitarios trepadores que citan a Michel Foucault y compiten por quién tiene la biblioteca más grande.
Y la similitud con el cine de Allen se acentúa aún más cuando aparece el conflicto central: una alumna acusa de abuso sexual a un profesor de la Universidad de Yale, Hank Gibson (Andrew Garfield), y en medio queda la profesora de Filosofía Alma Imhoff (Julia Roberts), atrapada en una encrucijada moral por la relación íntima que mantiene con él, quien además compite con ella por el cargo de la cátedra.
Después de una fiesta de colegas y amigos en la casa de Alma y

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