Desde que fue detectado cruzando el sistema solar, el objeto interestelar se ha convertido en una oportunidad única para observar, casi en tiempo real, cómo se comporta un visitante llegado de otra estrella. Y una de las sorpresas más llamativas es que su trayectoria no ha permanecido fija : a medida que los astrónomos lo han ido siguiendo, su rumbo y su velocidad han cambiado de forma medible.

Cuando 3I/ATLAS fue descubierto, los cálculos mostraban una órbita claramente hiperbólica, la señal inequívoca de que no está ligado gravitacionalmente al Sol. Y, al mismo tiempo, una velocidad extraordinaria: en su punto de máximo acercamiento al Sol alcanzó unos 246.000 kilómetros por hora , una cifra imposible para un objeto nacido en el sistema solar y una de las pruebas de su origen intere

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