Suceda lo que suceda con Vizcarra, su nombre quedará grabado para siempre en los muros de la historia nacional de la infamia. Hemos tenido de todo en los anales del Perú, pero pocos personajes han contribuido, como él, a destrozar la democracia, a promover el cainismo y a instrumentalizar la ley en beneficio de sus intereses políticos. Ciertamente, el apodo de “lagarto” tiene muchos significados, cada cuál más interesante que el anterior. Pero me inclino por el que supedita todas esas dimensiones figurativas a la suprema capacidad de resistir cualquier ataque debido a su inusual caradurismo. Sí, ante todo y sobre todo, Vizcarra ha demostrado ser excepcional en el arte profano de hacerse el loco sobre los propios actos. Un arte en el que los peruanos somos campeones indiscutibles.
Por supu

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