Cincuenta años después de que los astronautas del Apolo 17 recogieran muestras de polvo lunar, un diminuto grano de troilita conservado bajo condiciones estrictas ha revelado un secreto inesperado y más antiguo que la propia Luna. Esta muestra, resguardada durante medio siglo a la espera de tecnologías futuras, permitió a un equipo de científicos analizarla con una precisión imposible en los años setenta , confirmando la visión de los investigadores de la era Apolo que decidieron preservar parte del material para estudios posteriores.
Un análisis que solo el futuro podía lograr
Gracias a técnicas avanzadas de espectrometría de masas, los investigadores examinaron los isótopos de azufre presentes en la muestra, elementos que funcionan como una huella química capaz de revelar el

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