Si hay un artista en nuestro país al que todos sus compañeros respetaron y admiraron, ese fue don Guillermo Rossini, a quien de cariño le decían ‘tío’, porque era, justamente, ese familiar cercano, con el que compartían aventuras en radio y televisión, en las que no solía ser un buen maestro, sino también un ejemplo de disciplina y profesionalismo.

No es casualidad, que a la hora de despedirlo, todos los que en algún momento trabajaron con él (es decir, casi todos los cómicos peruanos), coincidieron en decir que fue un referente y una inspiración para sus respectivas carreras.

La trayectoria de Guillermo Rossini fue larga y muy versátil: desde que ganó en 1959 (entre más de 100 partcipantes), un concurso organizado por Augusto Ferrando, éste lo lleva a su peña y a la radio, haciendo imi

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