La llegada de Richie Ray y Bobby Cruz a la Caseta Panamericana, en diciembre de 1968, en el marco de la celebración de la XI feria de Cali, partió en dos la forma de apreciar y asimilar la música bailable. Cali se apropia de la salsa como su hija legítima y de irrefutable derecho.
Ya no eran apetecidos la guaracha y el son de las orquestas antillanas, mucho menos el son paisa, del que habla Andrés Caicedo en su obra Que Viva la Música. Lo que ahora se quería era bailar Jala Jala, Guaguancó y Boogaloo.
Joe Erroyo, Fruko y Manyoma, una fórmula mágica para la salsa colombiana. | Foto: Redes sociales
Eran orquestas que llegaban para alegrar la XI Feria de Cali. Junto a Richie y Bobby, en la Caseta Panamericana, estaban alternando Nelson y sus Estrellas que, aunque sonaba un poco a Salsa,

El País

CBS News Video
Raw Story
New York Post