El enfrentamiento tecnológico entre Estados Unidos y China acaba de sumar un nuevo capítulo . Una carta fechada el 7 de octubre de 2025, firmada por el subsecretario de Defensa Stephen Feinberg, recomendó incluir a Alibaba, Baidu y BYD en la lista 1260H , un registro de compañías consideradas vinculadas al ejército chino.
Aunque esta clasificación no implica sanciones inmediatas, sí funciona como una advertencia seria para inversionistas estadounidenses y como un recordatorio de que Washington sigue endureciendo su postura frente a las grandes tecnológicas de Pekín. La revelación, publicada semanas después de la tregua comercial firmada entre Trump y Xi Jinping, muestra que la distensión económica no alcanza al terreno de la "seguridad nacional" .
La guerra tecnológica: más allá de Alibaba
El caso de Alibaba es el más mediático, pero no el único (ni el primero). Según reportes de Bloomberg , Financial Times y CNBC , el Pentágono considera que varias empresas chinas de sectores estratégicos —desde comercio electrónico hasta inteligencia artificial y vehículos eléctricos— podrían estar apoyando proyectos militares .
La inclusión de Baidu , gigante de la IA y los buscadores, y de BYD , líder en autos eléctricos, refleja que la preocupación estadounidense va más allá del software o el hardware: se trata de un ecosistema completo de innovación que, según Washington, podría reforzar las capacidades militares de China (incluso desde la administración de Joe Biden).
Impacto en los mercados y en la geopolítica
Tras la filtración de la carta, las acciones de Alibaba y Baidu registraron caídas en los mercados internacionales , evidenciando el impacto inmediato de estas acusaciones. Para los analistas, la medida busca enviar un mensaje claro: Estados Unidos no permitirá que las empresas chinas con proyección global escapen del escrutinio militar .
Las acusaciones contra Alibaba no tardaron en generar respuesta desde Pekín. Con información del Global Times , la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning, aseguró que la empresa ya había aclarado su postura y rechazó cualquier vínculo con operaciones militares :
“El gobierno chino concede gran importancia a la privacidad y seguridad de los datos y los protege conforme a la ley. Nunca ha exigido ni exigirá a las empresas que recopilen o almacenen datos de forma que infrinjan la ley”
declaró.
Por su parte, Alibaba calificó los señalamientos como “un completo disparate” , acusando a Washington de intentar manipular la opinión pública y dañar su reputación internacional.
El frente paralelo: una tregua comercial en medio de la guerra por los chips de IA
Mientras Alibaba enfrenta cuestionamientos, la disputa por los semiconductores avanzados y otros aceleradores de inteligencia artificial se desarrolla en paralelo a un contexto político más amplio: en octubre, Washington y Pekín firmaron una tregua comercial de un año, que incluye la reducción de aranceles y controles a las exportaciones .
Tras meses de restricciones que prohibían a Nvidia exportar sus procesadores más recientes, la administración de Donald Trump analiza ahora permitir exportaciones limitadas hacia China . Sin embargo, el veto al Blackwell , considerado el procesador más estratégico de la compañía, se mantendría intacto.
Esta insistencia del Pentágono y de la Casa Blanca en la “seguridad nacional” y en los supuestos vínculos de las empresas chinas con su gobierno confirma solo os confirma una cosa: la tensión tecnológica entre Washington y Pekín sigue sin resolverse .
La carta del Pentágono no solo pone a Alibaba en el centro de la polémica, sino que amplía el foco hacia otras compañías chinas que representan el futuro tecnológico del país. En un contexto donde la IA , los chips y los autos eléctricos son piezas estratégicas de la economía global, la decisión de Washington confirma que la guerra tecnológica está lejos de terminar . Cualquier apertura, por mínima que sea, tendría un impacto estratégico en la competencia global.

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