Antes de cada Consejo Europeo, recuerda Enrico Letta, “los jefes de Gobierno de los países escandinavos y bálticos se reúnen, se ponen de acuerdo y eligen a uno que hable por todos. Italia y España deberían hacer lo mismo”. Pero hoy la realidad es muy distinta: Giorgia Meloni y Pedro Sánchez evitan tanto las reuniones oficiales como las oficiosas y el eje mediterráneo sigue siendo un proyecto difuso. Se firman acuerdos a muchos niveles, públicos y privados, pero la distancia política entre el Gobierno socialista y el Ejecutivo ultraconservador impide construir una estrategia conjunta. Los ministros españoles vienen a Roma y a menudo prefieren reuniones bilaterales con el alcalde (de izquierdas) Roberto Gualtieri, mientras sus homólogos de derechas (con alguna rara excepción) evitan España.

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