En los sistemas electorales proporcionales, que solo raramente engendran mayorías absolutas, las coaliciones son la fuente de la estabilidad. Y aunque cualquier coalición se basa siempre en la dejación de una parte de los principios propios y en la aceptación forzada de algunos ajenos, el modelo es viable si los partidos muestran un cierto grado de solvencia y madurez.
Para que una coalición sea decente, legítima y razonable ha de reunir dos condiciones: una primera, vincular a sujetos compatibles entre sí en un grado aceptable. Una segunda, ofrecer cierta coherencia histórica, es decir, no adoptar los coligados un discurso totalmente contrario al que se exhibió hasta ayer.
Viene esto a cuento, es obvio, de los esfuerzos de Feijóo por conseguir el respaldo de Junts, el partido de Puigdem

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