Tres años de espera, de un largo procedimiento judicial e incertidumbre acabaron días atrás para Francisco (nombre ficticio), el propietario de una modesta vivienda en la barriada del Rafal Nou , más concretamente en el Pasaje Particular Llubí. El desalojo pacífico, ordenado y supervisado por una comisión judicial del piso supuso «una liberación» para este propietario al que su buena fe llevó a cometer un error «que no volverá a pasar, he aprendido la lección de sobra», asegura aliviado, aunque con su testimonio desea «que la gente tome conciencia, pero especialmente las autoridades y los políticos , de lo difícil que es vivir con una historia así a tus espaldas».
Se lamenta de haber sido «demasiado bueno» al abrir las puertas de su vivienda a dos personas de origen subsahariano. «

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