Con alma y vida. Con el corazón en la Boca. El Cilindro estalla entrada la madrugada de un martes que será laborable. En las oficinas y universidades será fácil reconocer a los hinchas de Racing. Mal dormidos, con ojos rojos y gargantas ásperas. Pero felices. Con sonrisas de oreja a oreja. La Academia tuvo que hacer horas extras para pasar a Tigre y llegar a semifinales del Torneo Clausura. Pero una vez más, el equipo de Gustavo Costas estuvo a la altura. No le alcanzaron 120 minutos de locos y recién en los penales, con dos atajadas de Cambeses, pudo desatar el grito de guerra que tenía atragantado.

Pintaba para una noche tan larga como negra para Racing. Las señales daban a entender de que llegar a la Bombonera iba a ser un camino difícil. Maravilla Martínez, como nunca antes, falló las

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