Cuando una pupa de hormiga enferma sabe que no podrá sobrevivir, emite un olor inconfundible que alerta a sus compañeras del peligro que supone. En cuestión de horas, las obreras adultas la identifican, rompen su capullo y la eliminan para impedir que el patógeno se expanda por el hormiguero. Así lo demuestra un estudio liderado por investigadoras del Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria (ISTA), que compara el funcionamiento de la colonia con un sistema inmunitario a gran escala.
Una señal de “encuéntrame y cómeme”
Las sociedades de hormigas están tan coordinadas que los biólogos las describen como superorganismos, entidades compuestas por miles de individuos que actúan como si fueran las células de un único cuerpo. Las obreras alimentan, limpian y defienden; las reinas producen

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