El País tiene la oportunidad -y la responsabilidad- de decidir qué quiere ser en la próxima década. La estabilidad es un buen punto de partida, pero no un destino. Si México aspira a crecer más, generar empleo formal y construir una economía más dinámica, deberá fortalecer sus pilares productivos y destrabar los cuellos de botella que frenan a sus empresas.
Ha pasado poco más de un año desde que Claudia Sheinbaum asumió la Presidencia. México llega a este punto con estabilidad macroeconómica, un tipo de cambio relativamente estable (y fuerte), así como una inflación relativamente bajo control. En un mundo con tanta incertidumbre, no es poca cosa. Pero también llega con una proyección de crecimiento de apenas 0.6 por ciento para 2025, y de poco más de 1 por ciento para el año que entra, ci

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