El encuentro de este viernes entre la presidenta Claudia Sheinbaum y sus homólogos Donald Trump y Mark Carney ocurre en un tablero sumamente delicado: hay temas urgentes, expectativas desbordadas y —quizá lo más peligroso— ausencia de una agenda bilateral clara y previamente negociada.

El cambio de última hora de la presidenta Sheinbaum, quien decidió acudir al sorteo de la FIFA en el Centro Kennedy, reduce el margen para encuentros formales y deja en el aire la posibilidad de una reunión bilateral sustantiva con el presidente estadounidense.

Un detalle no menor: Trump ya la dejó plantada una vez, en Alberta, Canadá, cuando ella acudió con un equipo completo y una cartera de asuntos prioritarios. Hoy, el escenario es menos estructurado, más impredecible y políticamente más riesgoso.

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