Con “El Silencio”, lanzado en mayo de 1992, no sólo se cristaliza la propuesta musical empezada por Caifanes desde mediados de los años ochenta (cuando respondían al nombre de Las Insólitas Imágenes de Aurora), sino que el rock mexicano, tras pasar por mil y un tormentos, desemboca finalmente en aquello que estaba destinado a ser. Quiero decir con esto que “El Silencio” corona un par de décadas oscuras en las que el rock hecho en México tuvo que sortear, haciendo alarde de resistencia, la prohibición y la censura.

En su conjunto de ensayos “Escenas de pudor y liviandad”, Carlos Monsiváis ofrece un examen minucioso de un “hoyo fonqui” y reflexiona con buen criterio acerca de la posición extrema a que se vio obligado el rock en México tras la prohibición de Echeverría. Acaso esa situación c

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