Por: Oscar A. Viramontes Olivas
violioscar@gmail.com
La Universidad de Chihuahua, no nació de un decreto terso ni de una sola voluntad esclarecida, fue fruto de años de suspiros, de pequeñas victorias y de grandes renuncias, fue la suma de voces que supieron persistir cuando la inercia de la rutina y el desdén por lo público, intentaron aplazar otro siglo de formación. Contar esa historia es, ante todo, reconocer el sacrificio de hombres y mujeres anónimos y reconocidos que pusieron la piel y la paciencia para añadir a la ciudad un nombre que, daría luz a generaciones: la Universidad de Chihuahua.
Desde mucho antes del 8 de diciembre de 1954, cuando el H. Congreso del Estado expidió el Decreto 171 que aprobó la Ley Orgánica de la nueva casa de estudios, ya bullía en el Estado, la idea,

Omnia Noticias

Boletín Informativo
The Cut
RadarOnline
Blaze Media