En el mundo del lujo no es oro todo lo que reluce. Detrás de los vestidos de alta costura, que cuestan miles de euros, también pueden esconderse grandes miserias. Todo el glamour por delante, mucha cutrez por detrás. Que en el caso de Dilara Findikoglu -última señalada por prácticas muy poco éticas, como mínimo, por sus empleados -ésta acabe de ser galardonada con el Premio Vanguardia en la reciente edición de los British Fashion Awards, resulta de lo más irónico. Vanguardia realizada bajo una concepción casi medieval del trabajo, podríamos llamarla. Retrofuturismo, tal vez esgrimiera la turco-británica, favorita de personalidades como Rosalía, Madonna o Dua Lipa por su recuperación y actualización de prendas como el corsé victoriano.
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