En los últimos años, el deporte se ha convertido en el mejor escaparate del lujo: Naomi Osaka brillando en Wimbledon con diseños exclusivos de Off-White, o Alexia Putellas apareciendo con piezas de Balenciaga en actos institucionales.
Estas imágenes, repetidas millones de veces en redes, muestran cómo las deportistas ya no solo inspiran por su rendimiento, sino también por su estilo, convirtiéndose en embajadoras naturales de las casas de lujo. Las potentes relojeras Omega y Rolex cimentaron las primeras conexiones entre élite deportiva y exclusividad en los Juegos Olímpicos o Wimbledon desde hace décadas.
Sin embargo, en los últimos años la relación ha mutado: ya no se trata solo de patrocinios selectos, sino de una estrategia global que busca conquistar al 'mainstream' sin renunciar al

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