Los primeros seis cazas F-16 adquiridos a Dinamarca aterrizaron en Argentina en medio de un fuerte despliegue político. El presidente Javier Milei encabezó la ceremonia y calificó la incorporación como “la recuperación de la defensa nacional”. Sin embargo, la llegada de las aeronaves generó reacciones divididas.

Mientras el Gobierno destacó la capacidad supersónica y el salto tecnológico que representa el sistema, voces críticas señalaron que la compra —que incluye 24 unidades, armamento, entrenamiento e infraestructura complementaria— implica un gasto multimillonario que podría tensar un presupuesto ya ajustado. Legisladores opositores remarcaron la falta de información pública detallada sobre los costos finales de mantenimiento, operación y actualización del equipamiento.

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