La situación del presidente del Gobierno es fascinante. Hay que regalarle los famosos tres monos ver, oír y callar, que representan el proverbio de Confucio «no ver el mal, no escuchar el mal, no decir el mal», aunque tengo mis dudas de que no supiera nada de lo que sucedía a su alrededor. Hay un cuarto que simboliza no hacer el mal. Por lo visto, Sánchez es un ser puro que estaba rodeado de maldad, pero nunca chapoteó en ella. Ese corazón rebosante de bondad no le hizo intuir lo que había detrás de la vida desordenada de Ábalos y dedujo que era un mago de las finanzas, ya que con un sueldo de diputado y luego de ministro podía mantener un ritmo de gasto tan elevado. A lo mejor, movido por el afecto a su amigo, creía que conseguía que las mujeres cayeran en sus brazos porque era el George

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