Vuelan los cuchillos y las puñaladas traperas por los pasillos de Ferraz, cuyos dirigentes intentan frenar –ni siquiera cortar– la sangría que ha provocado el «caso Salazar» y acabar con las filtraciones que dejan en evidencia el caos, el descontrol y la anarquía en la que se han convertido el sanchismo y el PSOE de Sánchez, cuya «dictadura» empieza a tambalearse a base de escándalos. En el núcleo de confianza del presidente creen saber de dónde procede el «fuego amigo» que ha destapado las denuncias por supuesto acoso sexual del exasesor de Moncloa y hasta este verano hombre clave que conectaba el partido con el Ejecutivo. Los partidarios de Sánchez apuntan a la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra, ex «número dos» socialista y damnificada de la guerra de guerrillas interna.

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