En el centro-norte de la provincia de Córdoba, lejos de las sierras turísticas más conocidas, existe un pueblo muy pequeño al que casi nadie llega por casualidad. Para encontrarlo hay que salir de la Ruta Nacional 60, tomar un camino asfaltado que luego se vuelve de tierra compactada y recorrer unos 40 kilómetros entre campos de soja y monte bajo.
El pueblo tiene menos de 400 habitantes . Las casas son bajas, de ladrillo visto o pintadas de blanco, con galerías y patios grandes. Hay una plaza con juegos oxidados, una iglesia de 1908, una escuela que también es secundaria por la tarde y un club donde los domingos se juega al fútbol o se hacen bailes. La mayoría de la gente se dedica al campo: cría de ganado, tambo o cultivo de maní. El colectivo pasa una vez por día hacia la ciud

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