El Valencia y el Sevilla firmaron un empate agónico en Mestalla, un 1-1 que dejó la sensación de que el Sevilla perdió más de lo que ganó. El encuentro, intenso pero irregular, caminó entre dudas, presión y desgaste continuo. Para el Valencia, el partido se convirtió en un ejercicio de resistencia y reacción, un duelo que exigió convicción y paciencia hasta el final.

El choque avanzó con alternativas, con momentos de dominio repartido y con imprecisiones que encendieron la tensión en la grada. El gol sevillista, obra de César Tárrega que se metió en propia luego de que no despejará bien el centro de Oso, obligó al Valencia a cambiar por completo su plan, a volcarse arriba y buscar el milagro. El equipo local resistió contra reloj, empujado por la insistencia de un Mestalla encendido.

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