Durante años, el nombre de Joran van der Sloot circuló por distintos países y expedientes judiciales. Cada aparición reforzó una imagen marcada por crímenes que conmocionaron a familias y autoridades. Hoy, su presencia se concentra en un solo punto del mapa : la prisión de Challapalca , conocida por sus condiciones extremas y por recibir a internos considerados de riesgo para el sistema penitenciario.

Dentro de ese recinto aislado por la geografía, el hombre que enfrentó investigaciones en dos naciones sostiene una rutina limitada por el propio entorno. En una breve conversación captada por Panorama , expuso una versión distinta a la que ofreció durante años. Él afirmó: “Yo me dedico a ejercicio, lectura, leo la Biblia. ‘Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bend

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