Desde niños, dice la cineasta Manuela Irene Espitia, tenemos relación con la muerte: comemos carne de seres que tuvieron vida, perdemos mascotas y podemos ver animales muertos en carreteras.
Ella misma, recuerda, creció obsesionada con la muerte, pensando qué sentiría su cuerpo al ser tragado por los gusanos, o si habría algo especial en caso de ser cremada.
“La muerte no es algo que se pueda negar, ahí está, los niños la ven de manera natural, sin prejuicios”, apunta Manuela.
Así que la temática de su ópera prima, Monstruo de Xibalba, que llegó este fin de semana a salas comerciales no podía ser otra más que la partida de este mundo.
La cinta aborda la historia de un niño de ocho años quien, mientras pasa sus vacaciones en un pueblo yucateco ubicado en la selva, busca saber qué pasa c

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