José Manuel Corral resume los dieciséis meses que pasó en la casa de acogida de la Fundación Siloé con una frase lapidaria: «Yo resucité en el hospital, pero aquí volví a nacer». En ese «espacio de tranquilidad y seguridad» enclavado en la zona rural de Gijón (con una veintena de plazas habitualmente insuficientes debido a la alta demanda) se recupera ahora mismo Joaquín Huerga: «Ahora me ves muy bien pero hace cinco meses estaba en la calle, literalmente muriendo. Me cogieron con pinzas».

A unos pocos kilómetros, en El Coto, el centro de día Milsoles es el 'refugio' al que acuden a diario Juan Carlos Aguilar y Carmen Sánchez. Allí, de lunes a viernes, se sirven desayunos –un centenar– y comidas –unas 35–, facilitan 50 duchas diarias, organizan talleres y se ofrece un servicio de lava

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