El próximo miércoles, la Reserva Federal seguramente moverá una pieza que redefine el clima financiero global: un recorte de 0.25 puntos porcentuales en la tasa de referencia.

Esa previsión no es un acto de fe del mercado; es prácticamente una instrucción dictada por los datos. Bank of America, JP Morgan y Morgan Stanley coinciden, y los futuros de la Fed asignan más del 80 por ciento de probabilidad a esa decisión. Cuando tantos pronósticos convergen, lo inusual sería que la Fed no recortara.

Las condiciones lo justifican. La mayor economía del mundo muestra un enfriamiento que ya no puede maquillarse: empleo que pierde ritmo, consumo más frío y una inflación que cede lo suficiente como para dejar sin argumentos a quienes defendían una postura más restrictiva. De ahí que la reunió

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