El sepulcro del libertador Simón Bolívar, que fue erigido por decreto del Congreso de Venezuela en 1852 y estuvo en una capilla de la catedral católica de Caracas hasta octubre de 1876, que fue trasladado al Panteón Nacional, nos anima a meditar sobre la manera en que un Gobierno debe actuar pensando en el bien común y especialmente, sobre la buena compostura que deben tener “nuestros políticos, es decir, los que administran profesionalmente la cosa pública”. No nos detendremos a examinar en la biografía de Bolívar, ni en sus pensamientos políticos, ni en sus hazañas, ni en sus errores y desaciertos. Sí, en cambio, en torno a su figura, analizaremos el significado profundo que oculta su sepulcro. El periodista español Eusebio Martínez de Velasco, cuenta que el monumento de Bolívar está eje

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