Por Karina A. Rocha Priego

Centralización disfrazada de modernización

Cuántas veces no lo dijimos, Morena y su 4T van por el control del agua para mantener «a raya» a más de 130 millones de mexicanos, pues la nueva Ley General de Aguas, impulsada con el argumento de modernizar un marco legal rezagado desde 1992, se ha convertido en un detonador de tensiones nacionales, porque lejos de corregir desigualdades históricas centraliza el control del recurso más valioso en manos del Ejecutivo federal y de la Comisión Nacional del Agua.

Lo anterior, permite abrir, cerrar o revocar concesiones sin contrapesos reales, lo que convierte al agua en instrumento de control político y no en un derecho humano garantizado, lo que golpea en especial a municipios rurales que, durante décadas, han sostenido

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