Raúl Ricardo Alfonsín asumió la presidencia de la Nación el 10 de diciembre de 1983 y le tocó conducir quizás la más difícil transición hacia la democracia, signada por grandes obstáculos, entre ellos las secuelas de la lucha contra la subversión y de la Guerra de Malvinas, la política militar y los derechos humanos; afrontarlas requería una real y cruda docencia, además de una firme decisión y valentía. A partir de 1984 se percibía en sectores del Ejército un estado de frustración contra lo actuado por la dictadura militar , y también hacia Alfonsín, a quien lo percibían como el destructor de las Fuerzas Armadas , y algunos llegaron a llamarlo “el Anticristo”. No fue ajeno a ello una desviada influencia política, ideológica, militar y religiosa.
En ese contexto se desarrolló el cono

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