El panorama político peruano enfiló el rumbo hacia las elecciones generales de 2026 con una señal clara: las figuras femeninas ocupan la primera línea de batalla electoral, al frente de las planchas de los partidos más destacados. Este fenómeno se consolidó al cierre de las votaciones internas, desarrolladas bajo la vigilancia de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), que garantizó la apertura y legitimidad de cada etapa del proceso. El acceso digital a los resultados y la presencia de observadores permitieron una fiscalización inédita, lo que reforzó la confianza en los métodos de nominación partidaria.
En este marco, los partidos renovaron sus liderazgos y confiaron a las mujeres el protagonismo en sus candidaturas presidenciales. El desarrollo de herramientas tecnológi

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