La denominación del premio, de la Paz, haría pensar que los galardonados despiertan consenso, pero no siempre es así. Los hay que suscitan muchas críticas e indignación, como fue el caso de Henry Kissinger en 1973; otros despiertan un consenso inicial y luego decepcionan hasta el punto de pedir que se lo retiren, como la birmana Aung San Suu Kyi en 1991; los hay prematuros, muy prematuros, como fue el caso de Barack Obama recién llegado a la casa Blanca en 2009.

El Nobel de la Paz a María Corina Machado podría entrar en el perfil de líder opositora perseguida como Aung San Suu Kyi, si no fuera porque no despierta el consenso inicial que despertó la entonces líder de la oposición birmana en arresto domiciliario, y hoy exmandataria que ha consentido la persecución de la minoría

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