¡Ya llegamos! es un diagnóstico descarnado que pone al descubierto las profundas heridas que aquejan a la entidad. Más allá de sus cuatro ejes, el texto se convierte en un espejo que refleja la compleja y precaria realidad que la administración debe transformar.

La estrategia gubernamental propone una “transformación radical” basada en una economía moral y la lucha frontal contra la corrupción, se encuentra en una encrucijada crítica.

El diagnóstico revela debilidades institucionales alarmantes, destacando una crisis de confianza ciudadana. La fe en las fiscalías y la policía se encuentra en niveles mínimos, exacerbada por una tasa de impunidad inaceptablemente alta y una cifra negra de delitos que supera el 94 por ciento.

Este panorama de ingobernabilidad silenciosa constituye el pri

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