El gobierno impulsa una reforma laboral como eje de su estrategia para resolver los problemas del mercado de trabajo. El enfoque deposita un optimismo excesivo en los cambios regulatorios y subestima los límites del actual programa económico. Esta mirada tiene varios problemas.

En primer lugar, atribuye la informalidad y los bajos salarios a las regulaciones y a las altas contribuciones patronales, cuando la evidencia muestra que las reformas por sí solas no crean empleo: solo moldean el marco de relaciones laborales. La evolución del empleo depende del crecimiento económico, la productividad y la demanda de trabajo, especialmente en una economía con desempleo e informalidad como la Argentina. Las reformas pueden mejorar la calidad del empleo solo si se articulan con una macroeconomía est

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