Abres o guardas un vaso recién lavado y, de pronto, aparece ese aroma incómodo, parecido al de huevo pasado o azufre. Aunque la vajilla esté visualmente impecable, el olor puede quedarse y arruinar la sensación de limpieza. La buena noticia: suele tener una explicación clara y solución sencilla.

El origen del olor: no es tu comida, es el entorno

Ese olor característico suele estar relacionado con la formación de compuestos sulfurosos, especialmente sulfuro de hidrógeno, un gas que aparece cuando restos microscópicos de comida se combinan con humedad, calor y bacterias.

El lavavajillas -o incluso el lavado a mano si se hace con agua estancada o esponjas muy usadas- puede convertirse en el escenario perfecto si hay residuos acumulados en zonas poco visibles .

Causas más frecuentes e

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