Esta semana, por suerte, me ha tocado disfrutar. Sí, disfrutar de la tantas veces vilipendiada Sanidad Pública (variante de gestión: pública), esa en la que, incluso, a veces, son agredidos sus profesionales (en 2024, más de 17.000; un 16 % más que en 2023). Como de legionario no tengo casi nada, estuve el miércoles, hasta más allá de su ocaso, así como ausente de cualquier noticiario –pocas veces, si alguna, animan– en solidaridad con el ayuno mantenido, desde la cena del martes, por mi fiel e íntimo Mr. Barret que tenía que hacerse una gastroscopia a dicha hora. Fuimos acompañados de mi hija, y ambos, mi hija y yo, vimos con qué delicadeza fue atendido Mr. Barret tanto en su espera como en la prueba en sí, como bien reflejaron su temple y semblante una vez terminada aquella. Salimos del

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