La cordillera de los Andes alberga dos de las riquezas más grandes que tienen los países que cruza: agua y minerales. Por su altura, esas enormes masas de roca que se elevan al compás de la deriva de los continentes que en su etapa actual avanzan hacia el Pacífico, funcionan como grandes reservorios de agua en estado sólido.

La nieve que en la época invernal se acumula en las alturas funciona como una enorme batería que, en vez de almacenar energía eléctrica, acumula agua y con las temperaturas más cálidas de la primavera y el verano se libera y corre a través de los ríos cordilleranos.

Ese es el ciclo de los ríos que atraviesan Mendoza y también La Pampa. Tanto el Colorado, como el Atuel y el Salado Chadileuvú-Curacó nacen en la cordillera desde Mendoza hasta Catamarca.

Ese agua que la

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