Por: Juan José Sierra Álvarez

Ciudad de México.- Hay momentos en los que un país se reconoce en su propio reflejo, y ese reflejo no siempre es cómodo. Hoy, al recorrer cualquier mercado, corredor industrial o zona fronteriza, percibimos una inquietud que no proviene de titulares, sino de conversaciones discretas entre comerciantes, de negocios que bajan la cortina antes de tiempo, de familias que reorganizan su vida alrededor del temor. Esa inquietud tiene un nombre: la expansión de la extorsión como una fuerza que altera la vida cotidiana y redefine la forma en que trabajamos, emprendemos y convivimos .

El desafío no es nuevo, pero sí ha alcanzado una dimensión que no habíamos visto. La violencia dejó de ser un fenómeno acotado y se convirtió en un factor que erosiona la certidu

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