La Ciudad de México recibió a Bad Bunny envuelta en un ambiente de sofisticación urbana y emoción colectiva. El artista puertorriqueño, cuya presencia llena auditorios con la misma fuerza con la que transforma el imaginario pop, llegó a la capital para iniciar una serie de presentaciones que dominan la agenda cultural de diciembre . Antes de pisar un escenario, el intérprete eligió hacer una aparición que desató conversación inmediata.

Su primera noche en el país lo llevó a un espacio icónico para la cultura mexicana: la Arena México. Allí, entre luces teatrales, máscaras emblemáticas y un público fervoroso, el cantante decidió vivir de cerca una de las tradiciones más magnéticas del país. Su presencia, discreta solo en teoría, se convirtió en el centro de atención de la función.

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