A finales del verano de 1936, la ciudad de Cáceres saltó a la primera línea de la actualidad internacional. Hasta allí se desplazó un nutrido grupo de reputados periodistas extranjeros, corresponsales de grandes periódicos y agencias de varios países, para instalar en la ciudad su cuartel general informativo. Su presencia convirtió a Cáceres en uno de los puntos neurálgicos desde los que el mundo seguía de cerca el desarrollo de la guerra en España.
Informadores en la capital
Dos son las circunstancias de la notable presencia de informadores en la capital cacereña: de un lado, la residencia de Francisco Franco en una de las casas-palacio del Cáceres monumental, la de los Golfines de Arriba, y de otra, la cercanía del frente de Talavera, del que debían dar noticia a sus periódicos

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