En 1958, viajar en coche era una mezcla de orgullo tecnológico y vulnerabilidad cotidiana. La escena familiar que hoy parece impensable no era una extravagancia, sino una normalidad social. La seguridad pasiva aún no había ganado la batalla cultural ni industrial y el automóvil se vendía como símbolo de libertad y progreso .

Para entonces, los cinturones ya no eran una idea desconocida. Algunas marcas habían tanteado el terreno años antes. Ford, por ejemplo, lanzó en 1956 su campaña 'Lifeguard', donde los cinturones se ofrecían como opción de compra, junto con otros elementos de seguridad como salpicaderos acolchados y cierres de puertas reforzados. El propio material promocional de la época deja claro que se trataba de un extra, no de un equipamiento estándar .

Aunque el panorama

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