En Aragón hay montañas, puertos imposibles y curvas de vértigo, pero la carretera más llamativa del mapa no tiene nada de eso. Es, precisamente, todo lo contrario: una recta casi infinita, de casi 20 kilómetros , que une el territorio del vino con la silueta del Moncayo al fondo del horizonte.

Se trata del tramo que conecta La Almunia de Doña Godina con Cariñena, en el límite entre las comarcas de Valdejalón y Campo de Cariñena. Un eje perfecto de asfalto que enlaza los cruces de dos grandes autovías, la A-2 y la A-23, y que se ha convertido en una referencia para quienes circulan habitualmente por esta zona del suroeste zaragozano.

De la llanura del Jalón al reino de la garnacha

La recta arranca entre campos de cultivo y polígonos en el entorno de La Almunia de Doña Godina y,

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