Morelia, Michoacán.– Entre el olor de la caña partida y el ir y venir que acompaña cada diciembre la Calzada Fray Antonio de San Miguel en Morelia, hay otro aroma que anuncia la temporada: el del cacahuate recién asado, crudo o cocido.

Ahí, junto al templo de San Diego, Gustavo Villanueva lleva más de cuatro décadas defendiendo esta parte de la tradición. “El cacahuate y la caña son lo mero antiguo de aquí”, dice, mientras acomoda las semillas que han acompañado a su familia desde la generación de sus padres.

Él creció entre costales, tinas y fogones. Recuerda cómo sus padres vendían sobre una lona extendida en el piso, alumbrándose con aparatos de petróleo y, después, con lámparas de gasolina. Hoy los puestos tienen estructura, techo y luz eléctrica, pero el proceso no ha cambiado: «Pen

See Full Page