A plena luz del día, la avenida Salaverry se transformó en escenario de una persecución desesperada. Todo comenzó de forma abrupta: una minivan negra , dedicada al servicio informal de colectivos , ignoró la señal de alto de un efectivo policial y, en un instante de tensión, lo atropelló con violencia. Los gritos, el sonido del motor acelerando y el impacto hicieron que transeúntes y otros conductores se detuvieran, incrédulos. La víctima, un policía de la unidad de tránsito, quedó tendida en el asfalto, mientras el colectivero huía, decidido a perderse entre las calles del distrito.

Esa huida marcó el inicio de una escena digna de una película de acción . Las sirenas retumbaron, el rugido de las motocicletas de la policía resonaba en cada esquina mientras los agentes intentaban aco

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