Sonriente, bastante emocionado, Manu García (Oviedo, 1998) no para de estrechar manos y de darse abrazos con los trabajadores del Sporting de Gijón ... en su recorrido por El Molinón. Está en casa, disfrutando de cada minuto. No hay actividad en el césped a esa hora. Casi ni un alma para disfrutar del agradable sol de media tarde, combinado con el fulgor rosa eléctrico de las lámparas que abrigan la hierba que pisó como jugador dos años que le supieron a poco. «No pude disfrutarlo mucho», repite el mediapunta –hoy jugador en la MLS estadounidense con el Sporting Kansas City– durante la interesante charla que mantiene con EL COMERCIO aprovechando sus vacaciones.
–¿Qué siente al volver a El Molinón?
–Una sensación rara... Pero rara para bien (sonríe). Es una sensación de qué pena

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