En Woodland Park , un rincón apacible de Colorado , la vida discurría al ritmo cansino de un pueblo del medio oeste de Estados Unidos. Hasta que un día, la desaparición de un joven llamado Joshua Maddux abrió una grieta en esa calma, una herida que tardaría siete años en supurar. El misterio se instaló en la memoria colectiva. Y lo que parecía un caso congelado en el tiempo fue resuelto de la forma más inconcebible: el hallazgo de un cuerpo en el interior de una chimenea.

El lunes 8 de mayo de 2008, Mike Maddux , padre de Joshua, vio por última vez salir a su hijo de la casa familiar. Joshua tenía 18 años, una sonrisa despreocupada. “Siempre salía a caminar. Era su forma de pensar”, recordó su padre, con ese tono de quien aún busca en los senderos de la ciudad el rastro de uno

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